16 de noviembre de 2009

Katyn y la desmemoria polaca

A raíz del 50 aniversario del pacto Molotov-Ribbentrop y del mal llamado inicio de la Segunda Guerra Mundial, se han reabierto heridas en torno al papel que jugó la URSS en la cuestión polaca, derivando en un enfrentamiento dialéctico entre el actual gobierno ruso y el polaco.

Además ha llegado a las salas del estado español, el film Katyn, que narra los asesinatos colectivos de una gran parte de la oficialidad polaca en manos de los soviéticos durante la contienda bélica. Aproximadamente unos 4.500 fueron asesinados por la entonces NKVD (comisario del pueblo para asuntos internos), aunque el concepto Katyn ha sido utilizado para todas las ejecuciones de polacos (entre 15mil y 22 mil), en el periodo de 1939-1940 a manos soviéticas.

La imagen que se ha tenido de Polonia ha sido siempre la de un país agredido, víctima de sus verdugos alemanes y soviéticos. Un pueblo que ha tenido que luchar continuamente por su existencia y su autonomía, sin embargo esta visión mitificada e inmaculada de Polonia no concuerda con la realidad. Con este artículo no se pretende de ninguna manera justificar Katyn, sino comprender los hechos históricos y sus múltiples factores que inciden en la cuestión polaca en la Europa central.

El expansionismo polaco

Desde su nacimiento como estado, reconocido en el Tratado de Versalles de 1918, fue un país expansionista y bastante belicoso más allá de sus fronteras. Al día siguiente de su declaración de independencia, invadió Przemysl, a solo 70 kilómetros de Lvov, en la región de la Galitzia ucraniana. Polonia llegará a la misma Kiev, capital de Ucrania.

Rememorando el imperio polaco-lituano medieval, invadió el este de sus límites jurídicos (pertenecientes al Imperio Ruso), saltándose la legalidad internacional vigente y la recién creada Línea Curzon. Un tratado obra del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores inglés, Lord Curzon, que trazaba una frontera como posible tregua al conflicto ruso-polaco. Estos movimientos la hicieron entrar en guerra con la naciente revolución rusa, que ya luchaba contra el Ejército blanco y con algunas potencias occidentales en ese momento.

Terminada la guerra ruso-polaca en 1921, se anexionó más de 200 mil kilómetros al este de sus límites de 1918 (territorios de mayoría ucraniana y bielorrusa). Originándose la muerte, según fuentes diversas entre 20 mil (fuentes polacas[1]) y 80 mil (fuentes mayoritariamente rusas[2]) soldados rusos en campos de concentración polacos como Tuchola o Pulawy. Este trato dado a los soldados rusos quedará grabado en la memoria rusa[3].

También entraría en guerra con Lituania y Checoslovaquia, invadiendo el 20% del territorio de la primera, incluido su capital, Vilnius. Polonia se convirtió de ese modo en un país agresor dirigido por una casta de militares ultranacionalistas y ultracatólicos, apoyados por los anglofranceses y el Vaticano. Su posición estratégica y sus alianzas la erigían como “centro de todo el sistema contemporáneo del imperialismo internacional[4]”, como ya advirtió Lenin.

La Gran Polonia y la persecución a los judíos.

Reforzada y asentada las fronteras limítrofes, el estado polaco, al mando del dictador Jozef Pilsudski, promueve la idea de la Gran Polonia. El objetivo es acabar con la identidad de las comunidades ucranianas, bielorrusas, judía, checa, alemana o rusa, asimilándolas a la cultura polaca.

Se producen emigraciones masivas en Rutenia, donde decenas de miles de ucranianos y bielorrusos son obligados a huir. Se persigue la lengua rusa entre otras, la religión ortodoxa y en general las costumbres ajenas a Polonia. Igualmente comienza la colonización con habitantes polacos de estas tierras conseguidas mediante la conquista militar.

Muchos ucranianos se sintieron traicionados, ya que algunos lucharon al lado de Polonia, en pro de conseguir la independencia de Rusia, este resentimiento irá inoculando un extremismo nacionalista ucraniano antipolaco que tendrá consecuencias nefastas en la Segunda Guerra Mundial.

Otra minoría perseguida fue la judía, si de algo ha sido conocida Polonia, sobre todo por Hollywood, ha sido por esta comunidad, lo que muchos desconocen es que la persecución a los judíos no se implanta con la invasión de la Alemania nazi, oficialmente Polonia ya había creado una jurisdicción segregadora.

Al poco de crearse el Estado polaco, y a pesar de firmar las cláusulas del Tratado de Versalles donde se dejaba claro el respeto y protección a minorías, se promovió una campaña pública (sobre todo por el clero polaco) para restringir el acceso de los judíos a las facultades polacas, cerrándose parcialmente la mitad de ellas.

Ya en los años 30 y de una manera oficial, se legalizó la segregación en las universidades, bajo los “pupitres judíos”, limitándose la presencia judía mediante cuotas, del mismo modo se alentaba por organizaciones universitarias católicas la violencia hacia compañeros judíos.

Adoptando la legislatura nazi, se impidió el acceso de los judíos a profesiones como la medicina, la arquitectura, ingeniería… Se constituyó la separación de mercados judíos y católicos, se le quitó la nacionalidad a miles de judíos polacos que no vivían en Polonia, el mismo Beck (filogermánico) ministro de Asuntos Exteriores, negó el acceso de refugiados judíos que huían de Alemania, muchos de ellos eran polacos.

Se degradó la condición de los sacerdotes de origen judío, con el beneplácito y el consentimiento del Vaticano, desde el mismo estado se suscitaban los ataques violentos hacia la comunidad judía, como bien afirma Victor Karady en su obra Los judíos en la modernidad europea: ”Polonia emprendió el camino al fascismo, para acabar siendo devorada por la invasión alemana”.

Un ejemplo de violencia antijudía fue el cometido en 1941 en Jedwabne, estudiada por el historiador Jan Tomas Gross, de la Universidad de Nueva York, donde se documenta el asesinato de más de 1.600 judíos a manos de campesinos polacos.

El pacto de amistad polaco-alemán y la invasión a la República Checoslovaca.

La historiografía oficial polaca ha utilizado una y otra vez el pacto Molotov-Von Ribbentrop como arma arrojadiza y como origen directo de la contienda mundial. Esta visión unilateral impide analizar de una manera más compleja el ambiente europeo de los años 30, dejándose atrás los pactos que Inglaterra, Francia y la misma Polonia tuvieron con la Alemania nazi.

Desde la llegada al poder de Hitler, las cláusulas de Versalles fueron violadas una y otra vez por el gobierno nazi. Esta condescendencia de anglofranceses, que utilizaron el argumento de la seguridad colectiva, venía por la amenaza que suponía para los intereses capitalistas la Unión Soviética, que en esos momentos ya era una potencia militar e industrial. Era lógico, para las potencias occidentales, que en el centro de Europa hubiera un país que sirviera de tapón a la “expansión comunista”.

De ese modo Alemania se rearmó considerablemente, militarizó la Renania, firmó el pacto con Gran Bretaña en 1935 por lo que Berlín podía tener la misma fuerza naval que Francia, anexionó Austria, apoyó con armamento el golpe reaccionario contra la República Española que fue abandonada y boicoteada por Francia y Gran Bretaña. Además se reincorporó el Sarre el mismo año 1935 en el que Italia invade Abisinia, Londres lo acata siempre que sus intereses en el Mediterráneo no se vean perjudicados.

Polonia por su parte estaba estrechando lazos y acercándose a la Alemania hitleriana y a la Italia fascista (reconoció la invasión de Abisinia), producto de estas relaciones diplomáticas se firmaría el Tratado de Amistad Germano-Polaco de 1934. Cuatro años después tendrá sus frutos, Hitler había conseguido con el Pacto de Munich la entrada en Checoslovaquia (al principio los sudetes, luego todo el país), Francia e Inglaterra le servían en bandeja el país checoslovaco que sería despedazado (Eslovaquia se convierte en satélite nazi).

Polonia le reclama a Hitler la zona checoslovaca de Teschen, donde existe una minoría polaca, Hitler acepta, y las tropas polacas invaden la región, expulsando a miles de sus habitantes. A raíz de esto, se rompe el tratado de no agresión de 1932 entre la URSS y Polonia, ya que una de las condiciones era la no invasión a la República de Checoslovaquia.

El mismo Stalin intentó buscar una alianza con los anglofranceses si Alemania invadía Checoslovaquia. Sin embargo la desconfianza mutua y la negativa de Rumanía y de la misma Polonia (que juega siempre con la protección inglesa) de dejar entrar al Ejército Rojo en su suelo para contener el avance alemán, hicieron imposible el acuerdo.

Alemania invade Polonia, la URSS recupera territorios no polacos.

En abril de 1939, Hitler reivindica de nuevo el corredor de Danzig (bajo la tutela de la Sociedad de Naciones desde 1918), donde el 95% es de población alemana, y en la cual Polonia obtiene beneficios económicos por su salida al Báltico.

A pesar de las concesiones que da Hitler por Danzig, Polonia se niega alegando que es territorio polaco. Inglaterra y Francia esperan la ayuda de la URSS si Polonia es atacada. Durante el verano de 1939 se pretende llegar a un acuerdo de nuevo si Alemania ataca a Polonia, sin embargo el Estado polaco desiste ante las pretensiones de la entrada de tropas soviéticas en su territorio. La URSS, dispuesta a entenderse con las potencias occidentales, espera una y otra vez la firma oficial de Polonia, la cual ante las vacilaciones no llega a fructificar.

Ante esta situación Alemania juega sus cartas e invita a la URSS, que tiene motivos suficientes para dudar de la sinceridad de Francia e Inglaterra, a un pacto de no agresión. La URSS, que vive un momento difícil (estamos en el proceso de purgas que descabeza a gran parte del Ejército soviético) va a obtener del pacto con Alemania mucho más que con las alianzas de los anglofranceses, por un lado; va a ganar tiempo para armarse, y por otro, territorios que se perdieron a partir de 1918 (concesiones que de ningún modo estaban en la agenda de Inglaterra y Francia), si comienza una guerra empezará a 300 kms de las fronteras occidentales soviéticas.

El día 1 de septiembre Alemania invade Polonia. Francia e Inglaterra declaran la guerra dos días después, eso sí, sin disparar un solo tiro, sin atacar a Alemania. Polonia que ha jugado con fuego ha sido un títere en manos de la política internacional de las potencias anglofrancesas.

El día 17 de septiembre la URSS recupera los territorios limítrofes de la Línea Curzon de 1918, exceptuando Bialystok, una pequeña región que la URSS entrega a Polonia terminada la guerra.

En ningún momento se invade Polonia, se recupera la legalidad que se saltó el Estado polaco en 1918, ahora la correlación de fuerzas era favorable a la URSS y no al Estado polaco. Éste insta a sus tropas a no atacar a los soviéticos, no obstante hay enfrentamientos, la Sociedad de Naciones por su parte no denuncia la supuesta "invasión soviética" y Francia e Inglaterra no llaman a la guerra contra la URSS.

A pesar de que no lo recoge la película Katyn, la mayoría nativa de estos territorios aplaudieron la entrada del Ejército Rojo, bastantes judíos polacos ingresarían en las columnas soviéticas.

Memoria historica para todos, a modo de conclusión.

Es innegable la existencia de fosas y desapariciones de oficiales polacos en las fechas comprendidas entre 1939-1940 que estaban en manos del Ejército Rojo, Rusia lo ha reconocido. Polonia debería reconocer que la oficialidad polaca que murió era la misma que invadió territorios ajenos sometiéndolos por la fuerza.

Del mismo modo que se recurre a los archivos soviéticos para saber la firma de ejecución de oficiales polacos, también se deben utilizar dichos archivos para saber como Polonia en el período de entreguerras promovió una alianza antisoviética, financiando a organizaciones fascistas como así recoge el último trabajo de Lev Sotskov “Secretos de la política polaca. 1935-1945” ¿Qué hubiera pasado si esa oficialidad y miembros significativos de la inteligencia polaca, cae en manos de Hitler?

En medio de esta vorágine incesante de culpabilidades a Rusia en su papel en la cuestión polaca, se olvidan que más de 600 mil soldados del Ejército Rojo dieron su vida para liberar Polonia. Que la URSS le ofreció territorialmente más de 100 mil kilómetros cuadrados como la salida al Báltico de Polonia, fijándose las fronteras por el río Oder-Neisse, ganándole territorios a Alemania.

Hay un Katyn silencioso que no tiene la misma relevancia internacional ni académica. Es el que discurre entre 1943-1944, donde se llevó a cabo la masacre étnica de polacos en Volinia y la Galitzia ucraniana por parte de la ultranacionalista UPA (Ejército Insurgente Ucraniano), alrededor de 80 o 100 mil polacos civiles fueron asesinados, según fuentes oficiales polacas. Aquí murieron 4 o 5 veces más que en Katyn, y eran civiles. Los ucranianos tomaron venganza por la persecución que ellos habían sufrido por el gobierno autoritario polaco.

Si se ha de escribir sobre Katyn, debe ser con todas las consecuencias para la memoria polaca, la historia de forma desapasionada se convierte en análisis metódico, y sólo a partir de este concepto podremos pedir responsabilidades, sino se repetirán los mismos errores históricos del pasado.

Juan Antonio González Canales

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