13 de marzo de 2010

Insostenible

Anne Kayanakis resopla al ver la sala repleta de periodistas. Ahora sí, los principales medios españoles han desembarcado en Baiona para escuchar lo ocurrido con Jon Anza. Tras casi un año de investigación fallida, la fiscal no acierta a explicar por qué «todo ha fallado» y una morgue ha acogido durante tantos meses «a una persona a la que la Policía ha buscado con celo». El comisario Leónard baja la mirada y hasta los brazos. El lenguaje corporal lo dice todo.

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Maite UBIRIA | BAIONA
Los periodistas se disputan las sillas en la inusualmente atestada sala del tercer piso del tribunal de Baiona. «¿Estamos en Francia o en España?», bromea una risueña periodista de Cuatro. «En Euskal Herria», le responde un periodista local, hoy en franca minoría. «Ya, es sólo una broma», responde la corresponsal. Un par de cadenas de televisión francesas compiten con una nube de cámaras hispanas.

La mayoría de los informadores no entienden a la procuradora Anne Kayanakis, que arranca la esperada comparecencia con retraso y tras resoplar a la vista de los muchos ojos que la observan. La mayoría no entiende el francés, y dos colegas se encargan de retransmitirles el grueso de la intervención de la fiscal que ha dirigido una investigación que, reconoce consternada, «no ha funcionado». En tono profesional, hace un relato cronológico sobre la aparición del cuerpo de Jon Anza en el mismo lugar en el que lo buscaron sin éxito su familia, primero, y más tarde la Policía Judicial. Su responsable en Baiona, Patrick Léonard, acompaña a la procuradora en el «mal trago» de razonar todo un cúmulo de circunstancias inexplicables.

Un vacío de 10 días...

La versión que defiende Kayanakis, sin mucho convencimiento, es la siguiente: el 29 de abril de 2009, diez días después de que Jon Anza llegara en tren a Toulouse procedente de Baiona, una patrulla de la Policía Local ve a una persona que llama su atención. Es medianoche y el parque del Boulevard Strasbourg, en que encuentran con síntomas de desvanecimiento a Jon Anza. No es un lugar concurrido a esa hora. Anza aparece inclinado sobre el jardín, los policías previenen a los servicios de urgencia. Los bomberos y el SAMU se personan en el lugar. Ha perdido la consciencia. Le aplican un masaje cardiaco. Es reanimado y trasladado sin demora al Hospital Purpan. En ese centro hospitalario fallecerá el 11 de mayo sin que en ese tiempo haya recobrado la consciencia.

Hasta ahí el relato de la procuradora. Antes y después de las dos fechas clave del 18 de abril y el 11 de mayo se agolpan los interrogantes. Las preguntas se suceden, pero la fiscal tiene pocas respuestas. No sabe qué pudo ocurrirle a Anza en ese lapso de once días. Un periodista le pregunta si se descarta la denuncia de una operación secreta y fallida de la Policía española. Ni ante ésa ni ante otras preguntas de la misma índole la procuradora descarta taxativamente esa hipótesis. Aunque Kayanakis evita «dar alas» a una «teoría alentada por ciertos sectores», a los que, como ya hiciera cuando GARA publicó en octubre la información, requiere que «nos aporten datos». En un off tras la conferencia de prensa -que ha durado exactamente 36 minutos y 47 segundos-, la procuradora se muestra más categórica al afirmar que la tesis de la huida de Anza con el dinero que llevaba a ETA, apuntada por el titular hispano de Interior, Alfredo Peréz Rubalcaba, «se descarta totalmente».

Anza no llevaba documentos de identidad; sin embargo, el funcionario de Policía que, mientras llevaba a cabo otra pesquisa, habría sido alertado hace unos días por un empleado de la morgue de la existencia de un cuerpo sin identificar halla entre los enseres del fallecido 500 euros y un billete de tren del trayecto Baiona-Toulouse.

Y un misterio de un año

No es ese informe aparentemente incompleto el único incidente fatal que la procuradora Kayanakis deberá aclarar en el curso de la investigación para aclarar la muerte de Jon Anza, que según ha anunciado abrirá en sustitución del «caso por desaparición misteriosa» que ha instruido desde el mes de mayo de 2009.
Se trata de un billete de ida y vuelta que prueba que Anza llegó a la capital occitana el 18 de abril pero no pudo regresar a casa en la fecha que marcaba el billete: 20 de abril. Con el billete en la mano se produce una llamada a la comisaría de Baiona que desencadena el proceso que abocó, este jueves, a la identificación policial de Jon Anza. Pero el hallazgo de ese billete ni siquiera figura en el informe que redacta un agente de la comisaría de Toulouse sobre la localización de la persona desconocida, según reconoce, contrariado, el comisario Leónard.

La nueva pesquisa deberá explicar por qué los requerimientos de la Policía Judicial al Hospital Purpan, «como a todos los de Francia», se saldaron con respuesta negativa. Y antes de ello, dilucidar si la dirección de ese centro sanitario incumplió el protocolo que obliga a poner en conocimiento de la Policía el ingreso de cualquier persona no identificada.

Kayanakis no acertaba a dar con la expresión adecuada para explicar esa «extraña insumisión» de un hospital a seguir el guión marcado por el Ministerio de Salud y la Policía.
«No tenemos todas las respuestas, pero tenemos interrogantes a los que deberá responder la investigación», ha repetido sin cesar Kayanakis. Habida cuenta del, cuanto menos, sonoro fracaso de la investigación, ¿cederá por fin la fiscal, como ha solicitado públicamente la familia Anza, este caso a un juez de Instrucción? Por el momento, la fiscal dice que no encuentra motivos para ello.

Mutismo absoluto en Madrid y París
El ministro de Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, no tuvo nada que decir ayer sobre la aparición del cadáver de Jon Anza, ni siquiera después de que la fiscal de Baiona subrayara que su hipótesis sobre la desaparición ha quedado descartada.

Pese a que algunos medios de Madrid intentaron presentar el hallazgo del cadáver como una confirmación de sus tesis, a lo largo de la jornada estas afirmaciones perdieron cualquier sentido ante las múltiples incógnitas abiertas todavía.

En este contexto, el Gobierno español se cuidó mucho de no aludir para nada a este caso, y lo mismo hizo el PP, cuyo presidente, Mariano Rajoy, estará hoy en un acto en Donostia.
Especialmente significativo fue el silencio de la vicepresidenta y portavoz, María Teresa Fernández de la Vega, a la conclusión del Consejo de Ministros. Tampoco desde instancias gubernamentales francesas hubo alusión alguna a la cuestión, y todas las explicaciones oficiales se dejaron en manos de la fiscal de Baiona.
Por lo que respecta a los medios, el tratamiento fue muy desigual, pero entre líneas prácticamente todos admitían la existencia de puntos inverosímiles en la versión oficial dada el jueves.

El médico logra ver el cuerpo tras un plante en la morgue
Casi 24 horas tuvieron que pasar desde que se difundió la noticia hasta que representantes de la familia pudieron ver el cadáver y comprobar que, efectivamente, se trataba de Jon Anza. Fue el médico de confianza quien lo certificó a media tarde. Hasta entonces, la Fiscalía había impedido cualquier acceso al cuerpo del militante donostiarra.

La autorización final llegó después de que miembros del Colectivo Jon Anza anunciaran que pensaban seguir allí hasta que se pudiera realizar una identificación visual. Horas antes, las autoridades francesas ya habían confirmado que se trataba de Anza, al parecer a través de las huellas dactilares o de las pruebas de ADN. Atrás quedaban casi once meses en los que afirman que nunca repararon en ello. Y eso que la Policía francesa disponía de las muestras de ADN de los familiares para realizar un cotejo, otro supuesto «error» que se suma a la larga lista de incoherencias que presenta el caso.
La jornada fue muy larga y tensa para los allegados del fallecido, desplazados a Toulouse urgentemente. Todas sus demandas fueron rechazadas. Por ejemplo, la de hablar con el médico que supuestamente le atendió en el hospital antes de su muerte. Tampoco se les entregó la ropa que llevaba Anza, bajo el argumento de que está a disposición judicial.
Los familiares ofrecerán hoy por la mañana una rueda de prensa para valorar toda la situación creada, y en la que podrían conocerse más datos sobre el estado del cuerpo, a la espera de que posiblemente el lunes se realice una autopsia.

Pese a las negativas recibidas durante toda la mañana, en la que la dirección del hospital canceló también una comparecencia para valorar el caso, por la tarde la familia del militante de Intxaurrondo volvió a la morgue para insistir. Y fue ya casi a las 18.30 cuando el médico pudo entrar y confirmar la identidad sin ningún género de dudas.
Sólo entonces abandonaron el lugar, al que seguramente deberán volver a principios de semana, pero esta vez para llevarse los restos de Anza.

El mutismo no sólo era absoluto en torno al recinto hospitalario, sino en otras instalaciones como la comisaría central de Policía de Toulouse. Ante las abundantes preguntas que quedaron sin respuesta tras la comparecencia de la fiscal Kayanakis, GARA acudió a recabar información. Después de gestiones telefónicas previas y de casi una hora de espera, la petición era despachada con esta significativa frase: «Este caso está bajo cerrojo».

El agente que atendía en la oficina de recepción también era claro: «Aquí no le darán explicaciones. Si lo desea, diríjase a la Fiscalía de Toulouse, pero creo que allí tampoco obtendrá nada».
En Euskal Herria era la Ertzaintza quien comenzaba a mostrar nerviosismo ante el caso. Ocho ertzainas irrumpieron «de muy malas formas» en la herriko de Santurtzi y arrancaron un cartel que aludía a Jon Anza hablando de un supuesto «enaltecimiento» e identificando a dos personas. A. MANTEROLA

(Artículo extraído de la edición digital del Diario GARA)

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