24 de abril de 2011

Sobre la revuelta de los albaneses de Yugoslavia (Punto y Hora de Euskal Herria, 1981)

Recientemente, en los pasados meses de marzo y abril, ha estallado un auténtico levantamiento popular en Kosovo, provincia autónoma yugoslava, del que poca cosa nos hemos podido enterar, ya que al igual que sucediera el año pasado en el levantamiento del Kurdistán, sometido a la muerte por los militares turcos bajo la Ley Marcial, Kosovo también fue ocupada militarmente y decretado el estado de emergencia, no dejando visitar la zona a los periodistas, y ni tan sólo a los diplomáticos, teniendo los extranjeros que abandonar la zona. Cerco y aislamiento total. Y cuando esto pasa, es que algo gordo está ocurriendo. Y es que quieren ocultarnos algo. Y es que la verdad a veces hace daño, duele.

Bandera de los albaneses de Yugoslavia

Y esto sucede en Yugoslavia, República Socialista Federativa, que constitucionalmente es una comunidad estatal de naciones libremente unidas, así como de las provincias socialistas autónomas incluidas en la República Socialista de Serbia... Y en el que la realidad multinacional es en gran manera respetada si la comparamos a los otros países socialistas.

Las seis repúblicas (Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia) y las dos provincias autónomas (Voivodina y Kosovo), han desarrollado todas las atribuciones estatales, con excepción de las correspondientes al Ejército, la política exterior y los servicios postales, turnándose los dirigentes de las diferentes repúblicas en el ejercicio del poder.


¿Qué es y qué ha pasado en Kosovo?

Justamente el año de la muerte del mariscal Tito los últimos sucesos de Kosovo, en el que según nota oficial han muerto 11 personas, con 58 heridos y varios detenidos, son los más graves de los acontecidos en Yugoslavia. Kosovo es una provincia autónoma que, aunque goza de su propia ley constitucional, depende de la República Socialista de Serbia. Sobre cerca de 11.000 metros cuadrados, viven un millón y medio de personas, de las que un 75% son de nacionalidad albanesa. Todavía hay medio millón más de albaneses en las zonas colindantes de Montenegro y Macedonia, que juntamente con los dos millones que hay en Albania, constituyen la nación albanesa.

El conflicto actual empezó con una protesta de estudiantes en Pristina, capital de Kosovo, que suman en total unos 37.000, por la mala calidad de los comedores universitarios, extendiéndose a continuación a toda la población, paralizándose toda la vida laboral y escolar, con manifestaciones con mujeres y niós en las que llevaban pancartas pidiendo "liberad de prensa" y "revisión de la actual ley electoral". A continuación, las autoridades declararon el estado de emergencia "debido a que surgieron circunstancias extraordinarias que afectan al orden público y a la calma". El Gobierno de Belgrado calificó estos incidentes de actividad organizada por "el enemigo interior y exterior" para "desestabilizar el país", dirigida en contra del orden constitucional de Yugoslavia.

Mapa de Kosovo

Los albaneses, que forman el 7% de la población de Yugoslavia, son sin embargo la tercera parte de los albaneses que hay en el mundo. Y son los parias de Yugoslavia, ocupándose de las tareas peor remuneradas, constituyendo a su vez la mano de obra menos cualificada. Siendo el pan de cada día en Kosovo el paro, la miseria y la marginación. Los albaneses de Kosovo mantienen, por otra parte, una gran cohesión y conciencia nacional, aumentada por la fe musulmana que profesan en su gran mayoría, y que es otra característica que les separa de las otras naciones eslavas (ellos no lo son) de Yugoslavia. Y quieren dejar de ser una provincia serbia, aspirando a convertirse o bien en una república dentro de la Federación Yugoslava, o bien a separarse totalmente de Yugoslavia para reunificarse con sus hermanos de Albania, actualmente bajo el régimen de Enver Hoxha.

Así pues, el sentimiento nacionalista y la discriminación económica parece que son las raíces de este levantamiento popular, acallado por la fuerza y respondido con el silencio, y también con la intransigencia de los dirigentes yugoslavos: "Kosovo seguirá siendo provincia y no república en Yugoslavia". Por lo que, aunque a los dirigentes de la tecnoburocracia del Partido no les guste, Kosovo, el país más atrasado de Yugoslavia, y sus ciudadanos, considerados de segunda o tercera categoría, seguirán siendo un problema para ellos, y quizás cada vez más embarazoso.

Kosovo: ¿Bajo la colonización económica?

La situación económica en Yugoslavia es muy grave: la tasa de inflación subió en 1980 a un 39'2%, mientras en virtud de un acuerdo sobre la política de los precios entre el Gobierno de Belgrado y las seis repúblicas, la tasa de inflación no debía superar el 32%. Y el salario real medio yugoslavo ha disminuido, entre diciembre de 1979 y diciembre de 1980, en un 7% (según estadísticas oficiales publicadas en el semanario "Ekonomiska Politika", pasando a un 13% en el sector de la educación y la cultura). Sin embargo, el salario nominal neto era de 8.650 dólares en diciembre de 1980, con un aumento del 27% respecto a diciembre de 1979.

Por otro lado, la deuda exterior yugoslava asciende a 17.000 millones de dólares.

La situación en Kosovo, donde hay una media de 500 dólares per capita frente, por ejemplo, a los 2.000 de la República Socialista de Eslovenia, debe ser pues, difícil y catastrófica. Y la paradoja es que Kosovo es un país rico, pues de allí se extrae más de la mitad del carbón, el plomo y el magnesio de todo el Estado, además de tener una gran producción de trigo, llevado éste, al igual que sus minares, para fabricar la harina en Serbia. Las consecuencias de este trasvase de materias primas que se elaboran en las repúblicas del norte, son siempre el paro, la miseria y la emigración. Recientemente, el Gobierno federal yugoslavo estableció que cada república y provincia autónoma contribuyera anualmente con un 2'9% de su PNB para un fondo de desarrollo regional. Y la Banca Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo ha concedido un préstamo de 90 millones de dólares a Yugoslavia para la financiación del desarrollo de la agricultura y la construcción de complejos agrícolas en las zonas menos desarrolladas. Pero la situación de marginación y discriminación sigue igual en Kosovo, y quien controla y planifica las inversiones en Kosovo no son los albaneses, sino los serbios y el Gobierno federal, que poco van a alterar las actuales estructuras socio-económicas en las que Kosovo padece una situación de dependencia y dominación colonial.

Un nacionalismo con raíces

Los albaneses se instalaron en Kosovo en el siglo XVII, después que los serbios, que consideran el territorio como originario de la nación serbia, emigraran hacia el norte bajo el empuje de los turcos.

En el año 1918 pasó a integrarse al Reino de Yugoslavia sin serles reconocidos sus derechos nacionales. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el país es ocupado por Bulgaria e Italia (que controlaba Albania), ambos estados vinculados al Eje. Y desde abril de 1939, Kosovo pasa a formar parte de la Gran Albania, estado vasallo del italiano. Durante la Segunda Guerra Mundial, lucharon siete brigadas albanesas a las órdenes de Tito, que entonces prometió a las naciones de Yugoslavia la posibilidad de la secesión. Otros albaneses, sin embargo, se alistaron con las tropas de Hitler, llegando a formar una división completa: la Skanderbeg, integrada en las Waffen-SS.

Uniforme de la División Skanderbeg de las Waffen-SS

Al acabar la guerra, en 1945, Kosovo pasa a ser una provincia autónoma de Serbia, con el reconocimiento de sus derechos nacionales, aunque al mismo tiempo comienza una feroz represión: según los nacionalistas albaneses, la purga del nuevo régimen titoísta costó la vida a más de 40.000 albaneses. Se les prohibió exhibir su bandera (roja con un águila bicéfala negra) y fueron incendiadas aldeas enteras.

La resistencia y la lucha por sus derechos nacionales plenos siguió manifestándose hasta que en 1968, a raíz de un levantamiento en Pristina, capital de Kosovo que cuenta con unos 150.000 habitantes, se realizaron reformas constitucionales que dotaron a Kosovo de un Estatuto casi equivalente al de una república de las que constituían Yugoslavia.

Desde entonces, el movimiento de reivindicación nacional va adquiriendo más fuerza, incluyendo incluso en sus filas a una parte importante del "establishment", centrando su objetivo en la constitución de una República albanesa de pleno derecho, que incluyera también las zonas colindantes con Kosovo de Macedonia y Montenegro, pobladas por albaneses.

En 1974 volvieron a estallar revueltas que reivindicaron la separación de Yugoslavia y la unión con Albania, con gritos de "Fuera Tito" y "Viva Hoxha".

En los últimos meses de 1979 y primeros de 1980, el Gobierno volvía a reprimir duramente una revuelta, en la que se detuvieron centenares de personas, que cumplen condenas en penales fuera de Kosovo, la mayor parte de ellos en Belgrado.

El Gobierno yugoslavo no va a acceder, pues piensa que éste podría ser el primer paso para la unión de Kosovo con Albania, o que un Kosovo soberano podría influir en los ideales nacionalistas de otras naciones yugoslavas. Las contradicciones nacionales y económicas por las que atraviesa Yugoslavia podrían ser aprovechadas, por ejemplo, por la URSS, para debilitar al titoísmo y pasar bajo su influencia.

¿Qué futuro aguarda a Kosovo?

¿Cuál será la situación a partir de ahora? ¿Cuántos albaneses estarán en la cárcel? Poco nos dejan saber. El Gobierno yugoslavo ya ha afirmado tajantemente: "Kosovo seguirá siendo una provincia". La séptima república federada a la que aspiran los "revoltosos" se va a quedar en agua de borrajas. Yugoslavia es eso, "eslavos del sur", éste es su significado. Y los albaneses de Kosovo no son un pueblo eslavo. Tal vez esté ahí su tragedia.

Liria, órgano de los comunistas albaneses de Kosovo

De momento, los albaneses de Kosovo seguirán dominados por Belgrado, a la fuerza, claro está, como hasta ahora. Pero el movimiento nacionalista de Kosovo se apoya en unas bases de discriminación social y opresión económica más bien de tipo colonial, que le da una extraordinaria fuerza y cohesión, y por supuesto, la razón.

¿Continuarán siendo los albaneses de Kosovo los parias de Yugoslavia? Creo que ellos van a hacer, y están haciéndolo, lo que pueden para dejar de serlo.

Vendrán más revueltas y más represiones.

FUENTE: "Euskal Herria Sozialista"

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