17 de julio de 2011

Sobre el internacionalismo proletario

CCAS/BR
22/1/2008
Castilla/Estado Español

¿Qué es el internacionalismo?

En primer lugar, al hablar de internacionalismo tenemos que hablar de naciones, es decir, tenemos que hablar de la existencia de las naciones. Las naciones no son algo idealista, ni algo artificial, son un ente social que existe y se desarrolla a través de los tiempos, y que también tiene unas características concretas. Consideramos naciones las comunidades estables de personas que comparten un idioma y una cultura a través de un desarrollo histórico en el tiempo, que también comparten un territorio y unas relaciones económicas, lo que hace de estas sociedades unas comunidades psicológicas cohesionadas y diferenciadas unas de otras. Esta psicología se ve predeterminada por la acumulación de procesos y experiencias históricas ocurridas material y objetivamente a través de la Historia. Por todo ello, las naciones existen, y por su existencia, no pueden ser obviadas a la hora de hacer política.

Estas características se relacionan en distintas medidas. Así, habrá naciones distintas que compartan lengua, otras cultura, otras parte de lengua y parte de cultura. Hay distintas naciones que comparten un mismo idioma, como sucede con el castellano o el inglés, muy esparcidos por el mundo, pero forman comunidades psicológicas distintas. Esto se debe a un desarrollo histórico diferente, producido por la ruptura entre imperios feudales y burguesía liberal creciente; así como la independencia de las colonias europeas en América, se produjo por la agudización entre dos poderes, uno débil y emergente que representaban los intereses de la burguesía naciente ante el poder imperial absolutista, y otro fuerte pero en descomposición, como era el Antiguo Régimen que entorpecía las fuerzas productivas en Europa y América. Esta lucha de gran importancia histórica produce comunidades psicológicas distintas, resultantes de unas relaciones entre colonia y metrópoli que a la vez que se retroalimentaban, se excluían y terminaban chocando y enfrentándose.


El término nación ha cambiado a lo largo de la Historia. Siendo la nación, asimismo, no inherente a los cambios producidos en torno a la estructura económica y a la superestructura política, se ha pasado desde ser en el Medievo una significación puramente diferenciadora de idiomas y sitios de origen adoptado en las universidades para identificar a sus miembros en grupos, a ser el garante y modo de una superestructura de los modernos Estados burgueses, nacidos de las revoluciones burguesas de mediados del siglo XIX contra el feudalismo y el Antiguo Régimen como poder político, una vez superadas por la revolucionaria práctica, entonces, del capitalismo. De este modo, el término nación en la época de las revoluciones burguesas, viene unido al nuevo Estado burgués. es decir, lo nacional se identifica con la lucha de la burguesía contra el feudalismo, tomando la nación por bandera para afianzar las nuevas formas de Estado conforme a las nuevas leyes que rigen las relaciones de producción y, por tanto, las formas de la explotación. La época de la burguesía nacional que arrastra tras de sí al campesinado a luchar contra el campesinado por el bien de la nación, consistía en el control por parte de los primeros de los mercados interiores, requisito previo para la exportación de capitales y para el posterior desarrollo del imperialismo y del capitalismo monopolista.

La nueva Nación-Estado de la burguesía, por el contrario, no resolvería el problema nacional internacionalmente hablando, ya que el desarrollo de esta burguesía nacional terminó en el imperialismo. Hoy en día, conocemos naciones divididas en varios estados (Corea, Catalunya, Euskal Herria, Irlanda...), estados plurinacionales (Rusia, España) o simplemente estados nacionales.

En torno a la llegada del capitalismo también hay que reseñar que la nación, bajo éste, es un ente dialéctico en el que se confrontan diversas clases sociales en el marco de las relaciones de producción, las fuerzas productivas y los medios de producción. Como hemos dicho, el término o acepción de nación ha cambiado a lo largo de la Historia, las naciones también, no siendo éstas nada absoluto, tienden a desarrollarse e incluso a desaparecer, como tantos pueblos han desaparecido a lo largo de la Historia por desgracias, por luchas internas o por la acción de imperialismos que administraban una forma de vida acorde con su dominación y que chocaban frontalmente con las prácticas cotidianas de los pueblos más débiles.

¿Dos clases de internacionalismo?

La explotación capitalista de unas personas sobre otras, con su desarrollo, fue abarcando frentes más amplios hasta llegar al desarrollo del imperialismo. El imperialismo fomenta ya no sólo la explotación de unas pocas personas sobre la mayoría dentro de una misma nación o Estado, sino que traspasa las fronteras nacionales burguesas y se convierte en explotación directa de unas pocas naciones-estado sobre la otra mayoría de naciones. Es una alienación política y económica, que sin duda, pertenece al terreno de las relaciones internacionales. Es el llamado internacionalismo imperialista o burgués. En contraposición a éste, y con el auge del movimiento obrero, nace lo que llamamos internacionalismo proletario, es decir, el internacionalismo de los oprimidos del planeta.

El internacionalismo proletario se basa, ante todo, en la lucha contra el capitalismo, quiere unificar la lucha del proletariado de todas las naciones, ya que al ser el capitalismo transnacional e inherente a las fronteras marcadas por sí mismo, la lucha del proletariado, adaptada a las nuevas condiciones materiales del capitalismo, toma este terreno como un terreno de lucha necesario e imprescindible. 

La organización del proletariado en torno a la lucha contra el capitalismo en sus propias naciones, en pos del desarrollo de la República Popular Mundial, es el máximo exponente del internacionalismo proletario en la lucha contra el capitalismo.

La base del respeto y de la igualdad entre distintas naciones es el resultado de extrapolar las contradicciones que genera el capitalismo dentro de las naciones al nuevo marco del imperialismo. Así, recordamos las frases de Marx en las que decía que, al igual que desaparecería la explotación del hombre por el hombre, también iría desapareciendo la explotación de una nación por otra. Como ejemplo, podemos decir dos tipos de casos: uno, el de la Revolución Rusa, en el que el triunfo de la revolución en el país imperialista supuso la exterminación del problema nacional en un primer momento; y por otro, la lucha de liberación nacional en Vietnam supuso la liberación de una colonia en la que el país imperialista no se encontraba en un periodo revolucionario. En estos dos casos, vemos que la cuestión de la liberación nacional en torno al capitalismo no se trata de un dilema entre si lo primero es el huevo o la gallina, es decir, la liberación nacional revolucionaria de un país oprimido o la revolución de un país imperialista, siendo estas circunstancias subyugadas al desarrollo.

Internacionalismo vs. chovinismo

En un mundo dividido por clases sociales, absolutamente todas las ideas y acciones del ser humano tienen un claro carácter predeterminado de clase. La cuestión nacional y el posicionamiento ante tal cuestión requiere ser abordado en lo concreto y en su desarrollo, el cuestionamiento de este problema en abstracto sería obviar el carácter de clase de la cuestión, lo que solo beneficia a la burguesía, que por ende, se desarrolla tendenciosamente hacia el imperialismo. Ante la cuestión nacional hemos de tomar posición de clase, ya que si no tomaremos la posición de la clase burguesa y eso no beneficia al principio de la autodeterminación de los pueblos. La base del desarrollo del imperialismo, es el primigenio capitalismo, el capitalismo por su carácter de acumulación de cada vez más capital en cada vez menos manos se desarrolla hacia el imperialismo. Para ello, se sirve de los métodos del Estado creados por ellos mismos: cuando se encuentra en graves problemas dentro del Estado devenidos de la contradicción entre las clases scoiales, utiliza la represión y el fascismo, cuando estas contradicciones se vuelven entre los países imperialistas o entre los países imperialistas y las naciones oprimidas, se recurre a la guerra.

Ante una sociedad dividida en clases, con las diferentes políticas de cada clase que defiende los intereses de una o de otra, se pueden tomar dos actitudes ante la cuestión nacional: una chovinista y otra internacionalista. La chovinista es la que apoya a la burguesía, la que a veces tiene destapados los intereses de clase y otras veces se deja ver de forma ambigua y abstracta, lo que solo beneficia a la burguesía. Apoyar el chovinismo es apoyar los intereses de las burguesías nacionales, que se atienen a las leyes económicas del capitalismo trasladadas a la política. Es decir, apoyar al chovinismo es apoyar al imperialismo; apoyar a la burguesía nacional es apoyar su desarrollo y devenir en el imperialismo, por lo que una posición chovinista nunca puede ser internacionalista si no es de una forma hipócrita y falsa.

La posición internacionalista pasa por la lucha de clases dentro de una nación, por tanto, no puede haber proceso de liberación nacional sin posición de clase. Habla de liberación nacional hipócritamente quien esgrime la lucha de la liberación nacional y no tiene posicionamiento de clase, porque sólo está permitiendo el desarrollo de una nueva burguesía o la pervivencia de una vieja burguesía cuyo desarrollo es el desarrollo del imperialismo, por lo que en lo general esta gente no luchará por la liberación nacional de los pueblos en sentido general, sino que seguirá perpetuando las condiciones para que siga la opresión de los pueblos. Por eso, el internacionalismo empieza por la lucha de las naciones contra el capitalismo, esa y no otra es la mayor demostración de solidaridad con los pueblos del mundo y para con nuestro propio pueblo.

Los nacionalismos burgueses de Alemania o Italia, con su lenguaje de populismo nacional, desarrollaron guerras imperialistas de reparto del mundo, del reparto de las naciones oprimidas; por el contrario, la lucha revolucionaria en Rusia exigía un programa de liberación nacional, no hacer eso habría supuesto no oponerse al imperialismo de las castas dominantes rusas, habría sido apoyar la opresión económica que se refleja en la opresión cultural y de poder popular de sus verdugos. Lenin, entre otros, entendió desde una posición de clases que la lucha de clases en Rusia pasaba por la posición de clase ante el problema nacional, y ello daba la conclusión de que para realizarse una verdadera revolución socialista en Rusia, el derecho de las naciones a la autodeterminación debía ser un punto incuestionable, no hacerlo era tomar una posición chovinista y, por ende, imperialista.

Por otro lado, los frentepopulistas franceses erraron en su política ante la cuestión nacional, pues ni en Argelia ni en Indochina tomaron una clara posición de clase, ya que de hecho se siguió la política imperialistas, no denunciando la opresión nacional de los imperialistas franceses, creyendo que el internacionalismo primeramente pasaba por la "unión" entre los obreros del mundo, tomando los marcos imperialistas de la opresión y extendiendo políticamente el carácter económico de la burguesía, no dándose cuenta de que toda estructura imperialista se apoya en una superestructura muy conflictiva en el imperialismo. Los izquierdistas de Francia no se posicionaron de una manera de clase, utilizaron un lenguaje "revolucionario" y administraron una política que se oponía a la liberación nacional en general. Debido a ello, hoy en día Francia sigue siendo un país imperialista de primer orden.

Sobre la República Popular Mundial

Contradicciones hay entre naciones y también entre clases. Para resolver la manera en que en cada una se determina la transformación, hay que mirar en el interior. Principalmente, las contradicciones se resuelven interiormente, los aspectos exteriores influyen mas no determinan. El problema del imperialismo es un problema mundial, se da a escala mundial, los imperialistas radican en las naciones, y esto produce que el desarrollo del capitalismo sea desigual y como regla general, se atenga a las particularidades por diversos factores, que pueden ser territoriales, geográficos, tecnológicos, históricos, etc. Por lo tanto, las condiciones del capitalismo, en su esencia iguales en todo el mundo, en lo concreto se desarrollan particularmente en cada nación y en cada estado, por ello, vemos que la contradicción general tiene sus matices encontrados en la particularidad. Por ello, el trabajo en la interioridad de la contradicción es el trabajo eficiente y real que se atiene a la materialidad y la práctica cercana, real de las cosas en las que se pretende incidir. Para cambiar el mundo se ha de incidir en la práctica, y para incidir en la práctica hay que interpretarla correctamente y estar en contacto con ella, de otra manera, todo sería ilusorio, tendría más que ver con la observación del mundo que con la acción transformadora del hombre. El materialismo y la dialéctica no se tratan del análisis abstracto y retraído del mundo, no se trata de ver los toros desde la barrera, se trata de torearlos habiendo analizado previamente su acción; por ello, el materialismo dialéctico se basa en la acción práctica del hombre como el sitio fundamental de interpretar la realidad y así, mediante ella, poder transformarla.

El marxismo influyó en todo el mundo como el sistema de concepciones de Marx guiado por el materialismo histórico, el materialismo dialéctico, la economía política y el socialismo científico. Su huella alumbra e ilumina a las distintas generaciones de trabajadores del mundo. El marxismo alumbra a la revolución, pero ésta se determina en las propias naciones donde las clases oprimidas toman conciencia y desarrollan la transformación de la sociedad. Así ocurrió en Rusia, en China o en otras partes del mundo.

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